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viernes, 1 de abril de 2011

Capítulo 7


-¡Hola! – saludé. Estaban ya los cinco allí.

- Hola – me saludaron todos.

- Ashley, ellos son Brad y Brittany – me explicó Frank.

- Encantada – les dije y, ellos, me respondieron de la misma forma.

- Bueno, vamos – dijo Dave.

Fuimos caminando hasta el cine y, una vez allí, comenzó una pequeña disputa por ver qué película veríamos. Nadie se ponía de acuerdo.

- Yo quiero ver una de miedo – decía Frank.

- No, yo una de acción – quería Brad.

- Una de amor – propuso Brittany.

Así continuaron los demás. A mí, la verdad, me daba igual la que viésemos, pero teníamos que ponernos de acuerdo o si no, se nos haría tarde y no podríamos entrar a ninguna.

- Chicos, una cualquiera, pero decídanse ya – dijo Dave como si hubiera adivinado lo que pensaba.

Finalmente, no sé cómo lo conseguimos pero, nos decidimos por ver una de terror. Compramos las entradas y, una vez en la sala, nos sentamos. A un lado mío, se había sentado Madison y, al otro, Dave.

Comenzó la película y no podía creer lo que veían mis ojos. Aún no entendía cómo habíamos llegado a decidirnos por esa. Por suerte, a mitad de la película se me acabó el agua y tuve una excusa para salir de allí. Cuando me iba a levantar.

- ¿A dónde vas? – me preguntó Dave en un susurro.

- A comprar agua – le expliqué.

- Te acompaño, que a mí también me dio sed con tanta sal...– reímos.

Pasamos por delante de los demás y, una vez fuera.

- Esa película es horrible – le dije.

- Sí, bueno… a mí tampoco me gusta mucho.

- Para la próxima decidimos otros.

- Estoy de acuerdo.

- Y, ¿vas a comprar algo?

- Sí, un refresco.

- Vale. Una botella de agua y… -le dije a la dependienta pero, no sabía que refresco quería Dave.

- … una Coca-Cola – terminó la frase por mí.

- Muy bien, aquí tienen – dijo la dependienta.

En el momento que fui a pagar, Dave me apartó la mano y le entregó un billete a la chica.

- Invito yo – dijo guiñándome el ojo.

- No hace falta… - dije, pero me interrumpió.

- …si quieres me invitas tú otro día.

- Está bien. Gracias.

- No es nada. Anda, volvamos para terminar de ver la película.

- Ay no, otra vez eso no… - dije horrorizada.

Entramos a la sala mientras Dave continuaba riéndose por mi anterior reacción. Afortunadamente, no estuvimos allí durante mucho tiempo más, pues tan solo quedaban quince minutos para el esperado final. Instantáneamente, al comenzar los créditos, me levanté de la butaca y salí corriendo de allí.

- Pensaba que nunca terminaría - suspiré aliviada.

- A mí me gustó – dijo Frank mientras todos le mirábamos mal.

- Fuiste el único que disfrutó realmente esa película – le dijo Brittany de mala gana.

Tras tener esa conversación, salimos de allí y emprendimos el camino para ir a comprar unos perritos calientes. Una vez sentados y con nuestros pedidos en la mano.

- ¿Irán a la fiesta del miércoles? – preguntó Madison interesada.

-Sí – respondieron todos al unísono, mientras yo permanecí callada.

Entonces, todos centraron su atención en mí, esperando alguna respuesta.

- No lo sé… - dije confusa – no conozco a casi nadie y, no creo que vaya a estar muy a gusto.

- Ah, ¿no conoces a nadie? – Madison fingió estar ofendida.

- Bueno, sin contarles a ustedes.

- Vente, anda – me animó Brittany.

- Bueno, me lo pensaré – respondí sin más.

Continuamos hablando de otros temas. Los cuales eran curiosos, pero no tenían mucha importancia. Escuchamos las anécdotas de Frank y, dimos una vuelta por la plaza. Sobre las nueve de la noche decidimos volver a casa. Al día siguiente la mayoría tenían planes, por lo que seguramente pasaría el día yo sola, entreteniéndome con cualquier cosa.

- Bueno chicos, ya nos vemos – me despedí al estar en frente de mi casa pues, los demás vivían unas cuantas más lejos.

- Sí, ya hablaremos – me dijo Madison.

- Quedaremos otro día, me lo he pasado muy bien contigo – me dijo Brittany con gran simpatía.

- Adiós – se despidieron los chicos con una gran sonrisa dibujada en sus caras.

Me adentré en mi casa y subí a mi habitación. Estuve un rato conectada a Internet y, un poco más tarde, me acosté a dormir. En aquel pueblo me sentía tan relajada, que lograba conciliar el sueño en un instante.