Era una mañana más del verano pero, no fue una mañana cualquiera. Los pájaros cantaban alegres en los árboles que junto a mi ventana se encontraban. El sol comenzaba a hacerse camino para salir a relucir en un cielo totalmente despejado. Me levanté y bajé a desayunar. Como cada mañana, allí estaban mis padres.
- Buenos días – les dije.
- Buenos días – respondieron ambos.
- ¿Cómo has dormido? – preguntó mi madre.
- Bien…
- Venga, desayuna. En un rato comenzamos con las maletas, que nos vamos en dos días.
- Buenos días – respondieron ambos.
- ¿Cómo has dormido? – preguntó mi madre.
- Bien…
- Venga, desayuna. En un rato comenzamos con las maletas, que nos vamos en dos días.
Sí. Nos íbamos de viaje. A un lugar que no se podía encontrar más lejos de mi casa porque era imposible. El pueblo en el que nací, el cual hacía doce años que no visitábamos. Por mi parte, no había ningún interés en dejar a mis amigos para ir a vivir, durante un mes, a un sitio en el que no conocía a nadie. Mis padres, tenían antiguos amigos pues, vivieron allí durante siete años. En cambio yo, al cumplir los tres años, tuve que ir a vivir a Londres por el traslado laboral de mi padre y, hasta ahora, allí hemos permanecido. Me da miedo que, al regresar y estar de nuevo en su tierra, les dé melancolía y no quieran abandonarla. Pero, como tengo quince años y soy menor de edad, no me queda de otra que preparar la maleta y esperar lo que ellos decidan.
Al terminar mi desayuno, el cual había tomado totalmente desganada, subí a mi habitación para echar un vistazo e ir escogiendo todo aquello que iba a llevar. Permanecí toda la mañana realizando esa tarea, de esta forma podría aprovechar el día siguiente para ver a mis amigos y despedirme de ellos. No me apetecía nada hacerlo, pues sabía que los iba a echar muchísimo de menos. Pero, ¿qué más podría hacer…?
A la hora del almuerzo, no dije ni una palabra. Esperé a que mis padres hubiesen terminado, para recoger la cocina y, luego, regresar a mi habitación. Deseaba permanecer allí encerrada durante todo el día. Entonces, llamé a mi gran amiga Alice - era mi mejor amiga desde que teníamos siete años. Nos conocimos porque nos tocó en la misma clase de primaria y, desde entonces, hemos crecido prácticamente juntas -.
- ¿Diga? – sonó su voz después de tres toques.
- Soy Ashley, ¿cómo estás?
- Bien, aquí. Viendo un rato la tele. Y tú, ¿qué? ¿Ya preparaste la maleta?
- Más o menos…
- Bueno Ashley, no seas así. Seguro que te lo pasas muy bien.
- No lo creo, no conozco a nadie. Y sabes perfectamente cómo soy a la hora de conocer gente nueva.
- Te vendrá bien, ya lo verás.
- Eso espero… porque si no, no sé qué haré durante un mes allí, yo sola.
- No exageres. Te lo pasarás muy bien. Te conozco y sé que será así.
- Si tú lo dices… - dije queriendo cambiar de tema – por cierto, mañana quiero verles a todos para despedirme. El jueves me voy temprano y, no me gustaría irme sin antes verles.
- Vale, ¿a qué hora?
- Podríamos quedar sobre las dos. Almorzamos y pasamos la tarde juntos.
- Muy bien. ¿Nos vemos en tu casa?
- Sí, va a ser mejor.
- OK. Hasta mañana.
- Hasta mañana.
- Soy Ashley, ¿cómo estás?
- Bien, aquí. Viendo un rato la tele. Y tú, ¿qué? ¿Ya preparaste la maleta?
- Más o menos…
- Bueno Ashley, no seas así. Seguro que te lo pasas muy bien.
- No lo creo, no conozco a nadie. Y sabes perfectamente cómo soy a la hora de conocer gente nueva.
- Te vendrá bien, ya lo verás.
- Eso espero… porque si no, no sé qué haré durante un mes allí, yo sola.
- No exageres. Te lo pasarás muy bien. Te conozco y sé que será así.
- Si tú lo dices… - dije queriendo cambiar de tema – por cierto, mañana quiero verles a todos para despedirme. El jueves me voy temprano y, no me gustaría irme sin antes verles.
- Vale, ¿a qué hora?
- Podríamos quedar sobre las dos. Almorzamos y pasamos la tarde juntos.
- Muy bien. ¿Nos vemos en tu casa?
- Sí, va a ser mejor.
- OK. Hasta mañana.
- Hasta mañana.
Llamé también a Paul, Eva y Santiago.
Paul, apareció dos años más tarde en nuestras vidas. Llegó como el chico nuevo y, a todo el mundo parecía no hacerle mucha gracia los nuevos. Por ello, Alice y yo no dudamos en juntarnos con él y conocerlo. Y, gracias a ello, tenemos a un gran amigo con el que podemos contar en todo momento, el cual no duda en darnos consejos siempre que estamos algo tristes. Y, por último, Eva y Santiago. Son mellizos y llegaron de España hacía dos años. Habían coincidido conmigo en algunas clases.
Eva, me había tocado como compañera de mesa, nos fuimos conociendo y, poco a poco, se fue uniendo a nosotros. Con ello comenzamos a vernos también con su hermano y, ahora, los cinco somos inseparables. Ninguno va a un solo sitio sin antes contar con los otros cuatro. Son verdaderos amigos. Sí, verdaderos amigos con los que no podría verme durante treinta largos días. Y eso, si es que a mis padres no les apetecía quedarse durante más tiempo. Pero bueno, decidí no pensar más en ello y disfrutar al completo el día que me quedaba en Londres.
Eva, me había tocado como compañera de mesa, nos fuimos conociendo y, poco a poco, se fue uniendo a nosotros. Con ello comenzamos a vernos también con su hermano y, ahora, los cinco somos inseparables. Ninguno va a un solo sitio sin antes contar con los otros cuatro. Son verdaderos amigos. Sí, verdaderos amigos con los que no podría verme durante treinta largos días. Y eso, si es que a mis padres no les apetecía quedarse durante más tiempo. Pero bueno, decidí no pensar más en ello y disfrutar al completo el día que me quedaba en Londres.
te sigo pásate por mi blog y si te gusta sígueme gracias :)
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