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sábado, 13 de noviembre de 2010

Capítulo 4

A la mañana siguiente, estuve ayudando a mis padres a recoger y limpiar la casa. Cuando terminamos en el interior, mi padre se puso a arreglar la piscina, para luego llenarla. Mientras, mi madre me hizo una lista para ir a comprar al supermercado, el cual no se encontraba muy lejos. Al llegar de madrugada, no habíamos podido comprar nada y, no teníamos nada de comida.
Por suerte, unos amigos habían dejado algo para poder desayunar.

- Esto es lo que tienes que comprar, si ves algo que te apetezca, cógelo, pero no te pases – advirtió mi madre.
- Tranquila, no me apetece nada.
- Bueno, ve con cuidado.
- Sí… Hasta ahora.
- Hasta ahora.

Salí de mi casa y seguí las indicaciones de mi madre. Tomé el camino hacia la derecha y seguí todo recto hasta salir de aquel conjunto de casas. Bajé hacia la calle siguiente y, un poco más adelante, encontré el supermercado. Una vez dentro, cogí un carro y saqué la lista que me había dado mi madre. Fui por cada pasillo cogiendo todo lo que estaba apuntado. Finalmente, fui a buscar el pan para el almuerzo y me dirigí a la caja. Una vez pagué comencé a meter todo en las bolsas, no sabía muy bien cómo iba a conseguir llevar todo eso a la casa, pero cogí todas las bolsas y comencé a caminar de vuelta. Iba distraída pensando en qué podría hacer un poco más tarde. Quizá me acercaría a la plaza que había y daría una vuelta por allí. De repente, sentí que alguien chocó conmigo.

- Lo siento – me dijo agitado. Por lo que podía ver, había estado corriendo.
- No pasa nada, fui yo que iba distraída – dije metiendo algunas cosas de nuevo en la bolsa pues, éstas, habían caído al suelo.
- Espera, te ayudo.
- No hace falta.
- ¿De verdad crees que podrás llevar todo eso tú sola?
- Claro, no es tanto.
- Llevas comida como para un mes.
- Bueno…
- Anda, que te ayudo.
Sin dejarme responder, cogió las bolsas y continuó caminando a mi lado.
- Podrías dejarme alguna a mí también, eh – dije riendo.
- Claro, toma – dijo sonriendo levemente y tendiéndome tan solo dos bolsas.
- Tampoco me des tantas – dije irónicamente.
- ¿De dónde eres? Aquí no te había visto antes – continuó sonriendo.
- Vivo en Londres, pero nací aquí. Estuve hasta los tres años y, por un traslado laboral de mi padre, nos fuimos para allá.
- Ah, y… ¿viniste de vacaciones?
- Sí – respondí desganada.
- ¿No querías venir? – dijo sorprendido.
- Pues… no. No conozco a nadie aquí, y tengo a todos mis amigos allí. Pero, como mis padres quería venir, no tuve de otra.
- Bueno, estoy seguro de que te lo pasarás muy bien. En serio, una vez que te adaptes, seguro que no te querrás ir.
- No lo creo, pero bueno, todo puede pasar.
- Sí – dijo riendo.

En ese momento llegamos a mi casa.

- Pues, aquí es. Muchas gracias por ayudarme.
- No es nada, no creo que hubieses podido tú sola.
- La verdad, yo tampoco – reímos juntos.
- Bueno, ya nos veremos por aquí.
- Sí – le sonreí – hasta luego.
- Hasta luego.

2 comentarios:

  1. me encanta tu historia. qe pena que se haya tenido que ir pero seguro que con este chico se lleva muy bien :)

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  2. Jaja si a ver... 8-) Gracias por pasarte! ^^

    Un saludo! =)

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